¿Existe Papá Noel?

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La Navidad vuelve a llegar.. ¡Qué maravilloso! De todos los pasajes y celebraciones del año, esta parece una época encantada. Huelo Navidad a medida que se acerca diciembre. Sí… olor a dulces, galletas, fiestas, celebración y esperanza.

 Cuando era niña, recuerdo que, al acercarse diciembre. cada vez que veía el atardecer enrojeciendo las nubes en el cielo, mi abuelo decía que aquel era el reflejo del horno de Papá Noel preparando recetas navideñas. Era una tradición: después le que los cuatro niños de la casa se acostaban, mis abuelos y mis padres hacían las típicas galletas. La casa amaneció con | un olor delicioso y creíamos que era Papá Noel preparando nuestra Navidad en el cielo.

 “La Navidad es bella, alegre y mágica) que Papá Noel existe en el gesto y en el corazón de cada uno de nosotros…’ A principios de diciembre, mi abuelo reunió a los cuatro niños y le escribieron de deseos, quien dijo que se las remitirá a Papá Noel. Nuestro árbol de Navidad no estaba preparado con antelación, como ocurre hoy. Fue Papá Noel quien lo trajo, junto con los regalos, y lo encendió con velas de colores en Noche buena.

 Llegó el 24 de diciembre… La casa estaba impecablemente limpia y reluciente, la cocina olía a preparativos para la cena y a pasteles navideños. ¿Y las galletas?… ay, estas vendrían con Papá Noel. Tenían diferentes formas de estrellitas, arbolitos… ¡Qué magia!

A las seis en punto, mis padres y nosotros nos preparábamos para ir al servicio de Navidad en la Iglesia. Al regresar, la gran ansiedad era ver si ya se veía el brillo de las velas del árbol de Navidad a través de la ventana del salón. ;Y allí estaba ella, brillando entre las cortinas! Antes de entrar a la casa. escuchamos el repique vehemente de una campana anunciando que Papá Noel salía por la ventana del comedor. después de haber sido servidos pasteles y galletas por mis abuelos y haber dejado nuestros regalos en el árbol.

Solo entonces mi abuelo abrió la puerta y allí pudimos ver nuestro árbol, entero, hermoso, brillante, con el aroma de velas de colores y nuestros regalos debajo, anunciando el inicio de nuestra noche navideña en casa. Los regalos se abrirán después de la cena. Luego corrimos al comedor. Vaya… ¡Era verdad! Allí estaba la taza de porcelana de Papá Noel, con un poquito de café con leche, su bebida favorita, y muchas migas de pastel y galletas alrededor.

Entonces los cuatro queríamos sentar- nos en la misma silla en que se había sentado Papá Noel. Para evitar decepciones, cada año uno de nosotros era elegido para sentarse en esa silla. La mesa estuvo preparada con muchas delicias, entre ellas las famosas galletas. La ventana del comedor estaba abierta de par en par… por donde Papá Noel se había ido. Y la campana quedaba apoyada en la barandilla, para que él pudiera utilizarla la próxima Navidad. Era imposible no creer que esta figura mágica no existía.. ¡Era todo tan real! Algunos dicen que la Navidad es un momento triste, ya que nos recuerda a las personas queridas que ya no están aquí para celebrar con nosotros. No… no debería verse asi. Por traer de vuelta el recuerdo de estas personas queridas, como fue mi abuelo quien creó esta magia de la Navidad en mi vida, mi abuela, siempre cómplice de la imaginación de mi abuelo, y mis padres, quienes continuaron esta tradición, solo puedo considerar que La Navidad es bella, alegre y mágica, que Papá Noel existe en el gesto y en el corazón de cada uno de nosotros… y que asi debe ser, para que se conserve con todo este encanto de generación en generación. * Este texto fue escrito por Erika Winkel Marques dos Santos, una de las hadas más grandes que conozco, quien hasta el día de hoy recrea cada año la magia de la Navidad, cuando mi hermano y yo regresamos a casa.