Cuando Viajamos Para Buscarnos A Nosotros Mismos

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¿Vas a Italia? Si tienes tiempo, visita la ciudad de Trieste. De ahí partió nuestro barco para venir aquí”. Estas fueron las palabras de mi abuelo, en 2006, cuando se enteró de que yo iba a realizar mi primer viaje inter- nacional, que sería a Italia. Nacido en Alemania, él tenía 4 años cuando emigró con su familia a Brasil, huyendo de la guerra que asolaba su país. La última vista que tuvieron del continente europeo fue la salida, en barco, del puerto italiano. Solo una vida después, en la dé- cada de 1980, mi abuelo tuvo la oportunidad de volver a visitar su tierra natal y a la familia que allí aún vivía. Así como otros registros de “biculturalidad”, los relatos de esa visita también fueron parte de mi infancia. Mi abuelo tal vez no supiera, pero con ese viaje pasó a formar parte de un “nicho” que hoy crece decisivamente: el llamado “turismo de retorno, caracterizado por personas que quieren regresar (o conocer) lugares de interés geográfico y emocional en su historia familiar. La democratización de los viajes internacionales en las últimas décadas ha hecho posible que muchos descendientes de inmigrantes de los siglos XIX y XX vean “con sus propios ojos” este pedazo de su historia. Tomemos como ejemplo Italia y Brasil (que celebran, en 2024, 150 años de inmigración del primer pais al segundo). Se estima que entre 1870 y 1920, fase aguda de la llamada “gran inmigración”, los italianos representaron el 42% del total de inmigrantes que ingresaron a Brasil (alrededor de 1,4 millones de personas, según la Embajada italiana). Hoy, en Brasil, la comunidad italo brasileña cuenta con aproximadamente 32 millones de personas la mayor comunidad italiana del mundo en un país extranjero. Los ciudadanos italianos en suelo brasileño suman 750.000, mientras que la comunidad brasileña en Italia se estima en 150.000 personas. Estos números ayudan a explicar (y no solo respecto el Brasil, o Italia) el crecimiento del turismo en busca de orígenes. Según datos de la Agencia Nacional de Turismo de Italia (ENIT), el número de personas que visitaron el país con este fin creció un 72,5% entre 1997 y 2018 (pasando de 5,8 millones a 10 millones). En el mismo año, la contribución económica gene- rada por el llamado Turismo de Raíz alcanzó 4 mil millones de euros (un aumento del 7,5% respecto al año anterior). No es casualidad que el gobierno italiano haya establecido el 2024 como el “Año del Turismo de Raíces”. Cualquiera que bus- que realizar este tipo de viaje al país puede encontrar información, servicios y rutas en un sitio web exclusivo: https://italea. com/.

Por mi parte, lamentablemente, aún no he ido a visitar la ciudad de Trieste como me recomendo mi abuelo. Del mismo modo que todavía no he descubierto por qué mi familia habría elegido viajar por tierra de Alemania a Italia antes de cruzar el mar – en lugar de salir del país por el puerto de Hamburgo, por ejemplo, una ruta más lógica para aquellos que querían emigrar de allí. En cualquier caso, fue en el Museo instalado en aquel puerto alemán – también durante un “viaje de regreso” que hice hace unos años donde pude conocer más de cerca la historia de ellos. Y caminando entre documentos. reconstrucciones, testimonios y cartas de despedida, encontré también un mapa de Brasil salpicado de puntos rojos. Puntos de llegada. En ese momento, el registro histórico ganó para mi color, sonido y olor. Y el corazón latía con “saudade” al cuadrado: la “saudade” de una inmigrante reincidente.